miércoles, 29 de agosto de 2007

Casablanca


-Perdone Monsieur...

-¿Es a mí?

-Si, al de la gabardina gris. No sabe que ya no se puede fumar en París, y menos en una estación de tren.

-Los nazis vestían de gris y usted de azul… pero hombre, ¿no ve mi cara desencajada? Me acaban de enviar una nota en la que la mujer de mi vida dice que se queda aquí, me abandona en este andén y estoy ante la disyuntiva de partir para siempre a Casablanca o quedarme en el París que mañana ocuparán Hitler y su recua…

-Me parece muy bien, buen hombre, pero aquí no se puede fumar. O sea que apague el cigarrillo o le empapelo. Y por cierto, como se quede aquí a partir de mañana, este puede ser su último pito. Lo siento, sólo cumplo la ley. Y piense en su salud…



-De todos los plastas que hay en el mundo, tuvo que aparecer éste aquí… ¿Pero no ve que soy Humphrey Bogart en una de las escenas más dramáticas del cine? Ahora me falta que llegue a Casablanca y tengan en vigor la ley seca y me paso la peli bebiendo trinaranjus… así no hay quien haga creíble un papel de cínico, lúcido, borracho y sentimental.

-Pues usted verá, mire que son ustedes: cada actor que se aplica el método Stanislavsky le sale a la Seguridad Social una pasta. ¿Por cierto, este señor va con usted?

-Si. Se llama Sam, no se preocupe que no fuma. Es cantante y se cuida la voz.

-Ya ¿y tiene papeles?

-Qué ya le he dicho que no fuma, ¿o se refiere a permisos de trabajo y eso? Pues no, en 1940 que estamos, esto de la inmigración está cogido manga por hombro, y de lo que se trata es de aumentar el PIB. Cosas del keynesianismo de guerra, ¿sabe usted? ¿También me va a empapelar?

-No hombre, ese no es mi departamento, lo mío es perseguir el tabaco y el botellón por las orillas del Sena, lo de la economía sumergida y el trabajo irregular lo llevan en el apartado de varios

-Ya veo, ya. O sea que caña al negro (tabaco) y paz al negro (trabajo). En fin, siempre tendremos Paris


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