viernes, 31 de agosto de 2007

En la Galea


Desde este acantilado de la Galea miro al mar por última vez antes de arrojarme a él. No, no es por la construcción de 8.000 viviendas en Andra Mari en sustitución de bucólicos unifamiliares. Yo soy de barrio obrero y me he criado con 8.000 viviendas en mi calle. O en mi portal, no sé.

Mi tema viene de atrás. De hace 10 años cuando me compré un piso. Normalito él. 70 metros cuadrados, cocina normal. Ascensor, eso sí. 35 millones de las antiguas pesetas. Esto era por el año 2.004. Marzo del 2.004 exactamente. 2,055% era el índice afrodisiaco entre el banco y yo mismo. Lo recuerdo bien. EURIBOR lo llamaban. EURIBOR + 0,5% era su nombre completo.



Entonces hasta era feliz con mi flamante hipoteca de 186.320 pesetas al mes durante 20 años. Incluso cuando al de 3 meses la amplié en 18.000 euros más para un coche. 2.2 DTI era el otro término mágico. Todo cambió con lo de “la espiral inflacionaria y el riesgo de calentamiento económico”, la decisión del Banco Central Europeo de aumentar los tipos de interés y el EURIBOR de marras que se fue hasta el 5,500%.

A la vez me enteré que había nacido en la cresta de una ola demográfica que ahora entraba en horas bajas, que la construcción de viviendas había sido inmensa y la burbuja inmobiliaria había hecho PUM, y que mi piso con 6 años mas, valía 4 millones menos.

Pasé de 186.000 pesetas por un piso de 35 millones a revalorizar si Dios hubiese querido, a pagar 1.507 euros por otro de 186.000 euros a desvalorizar si Dios no lo impide.

Lo que finalmente me empujó aquí, al acantilado de la Galea, fue enterarme donde estaba la Alta Silesia. Entre Polonia, Eslovaquia y la República Checa. Donde llevaron la empresa en la que trabajaba.

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