martes, 29 de enero de 2013

La crisis creativa y Berlanga


No es nada nuevo decir que aparte de una crisis económica padecemos una crisis política de primer orden. Es más, quizás en Europa al menos, la crisis es ya fundamentalmente política. O dicho de otra manera, el enorme gripaje del motor del crecimiento económico de las últimas décadas ha hecho emerger la deficiente construcción política de Europa.

La crisis estaba cada vez más comúnmente diagnosticada. En el proceso de globalización, el poder económico, particularmente el financiero, se había desatado del poder político restringido a los espacios estatales. El crecimiento económico se basaba en una especie de “operación puerto” en la que las infiltraciones de sangre eran el trasvase de los excedentes de ahorro y capital. Los ciclistas dopados eran las zonas deficitarias con débiles estructuras productivas, pero que en la orgía de EPO de endeudamiento, de crédito o inmobiliario subían el Tourmalet en un aparente periquete.

Cuando todo esto se viene abajo hace (ya) cinco años, aparece la cruda realidad. Un espacio monetario y de intercambio de bienes y servicios sin instrumentos para hacer políticas económicas o fiscales comunes. Incapacidad de hacer políticas anti-ciclo, ni trasvases de rentas dirigidos política y democráticamente. No. La UE no tenía instrumentos para eso porque no se quiso completar para hacer eso.

Esto traería una consecuencia rápida que aún padecemos. Un proceso de rápida deslegitimación de los espacios públicos, institucionales y políticos. Si allí donde la ciudadanía otorga su representación para actuar sobre las cosas comunes que le importan, aparece una especie de correveydile de poderes ajenos y externos, la descomposición social está servida.

Sin embargo esta crisis política con ser brutal, tenía (y espero que tenga) una vertiente creativa. Frente a la inercia de repliegue era y es necesario promover un proceso de re-legitimación política. No es que no sirvan las herramientas democráticas. Es que hay que elevarlas a los ámbitos en los que se definen las actuaciones económicas. Son globales y de nada sirve meter la cabeza bajo el ala, apelar a soberanías ancladas en los modelos estatales. Hay que federalizar espacios. Política, social o sindicalmente.

No era (no es) nada sencillo. Es una crisis en toda regla. La era está pariendo un corazón, decía Silvio. Pero era la opción frente al repliegue que nos llevaría vaya usted a saber donde.

Y en este momento de crisis potencialmente creativa, aparece el tal Bárcenas, los sobres. El espíritu de Berlanga a caballo de la cutrez. El anarco-liberalismo bramando contra la clase política, la clase sindical, la clase pública, la clase institucional. El que quiera democracia que se la pague. De su bolsillo. Letal en este momento.

Y así, vamos caminando. Bailando con lobos…

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